Ayer dejé Heilbronn, ese pueblillo que me vió retomar la bicicleta después de quizá 18 años de no tocar una, ese pueblillo que caminé de noche y caminé de día, a veces sola y a veces en la mejor de las compañías. El pueblo que en mis últimos días de habitarlo me regaló uno de los mejores espectáculos naturales que he visto.
También me dió la oportunidad de conocer diferentes expresiones artísticas:
y comer delicioso helado (culpo a Hannah por el sobrepeso que me llevo de recuerdo):
Aprendí mucho y conocí gente maravillosa. Ayer el último bus que tomé en Heilbronn era conducido por el mismo señor hippie que conducía el primer autobús al que me subí a mi llegada. Me encantan esas coincidencias! Comí el último delicioso helado con Ching y Yaya antes de esperar a la chica que me traería a Frankfurt. Hoy Hannah, Elisa y Eugénia me acompañarán al aeropuerto donde tomaremos la última chela juntas en Alemania por esta vez. Pasaré la noche ahí en espera de que llegue la hora de tomar el primero de los tres vuelos que me llevarán a casa.
México: ahí te voy!
AVISOS OPORTUNOS:
- Amigos: NO, no llevo ninguna alemana para ninguno de ustedes.
- Amigas: NO, no llevo ningún alemán para ninguna de ustedes.
- NO, no llevo ningún alemán para mí.
- NO, no estoy embarazada, sólo disfruté generosamente de los bretzels, helado y cerveza.