Y ahí estaba yo, felizmente llenando formularios y escuchando la traducción que Hannah me hacía de los folletos para poder donar sangre.
Siempre he querido donar sangre, pues no le temo a las agujas, no me molesta ver como se llena la jeringa con mi líquido vital y pienso que es una forma de ayudar sin siquiera hacer un gran esfuerzo; así que cuando ví que hoy era el día de donar sangre en la Hochschule, pues ni tarda ni perezosa ya me estaba yo enlistando.
Moría de hambre porque ya era la hora de comer, pero yo aguanté bien machina el gruñidero de tripas. Al llenar el formulario no sabía si sentirme feliz por pertenecer al grupo de no riesgo o sentirme triste por responder que NO a cierta clase de preguntas... anyway...
Una vez con los papeles llenos, pasamos a la siguiente estación: donde un doctor explica nuevamente el proceso, toma la presión y más datos, y a quien le haría las preguntas en las que tenía duda:
1. El asunto de mi piercing que nunca cicatrizó (bueno, hasta septiembre que decidí dejarlo por la paz y quitármelo).
2. El asunto de la malaria, pues no estaba segura de si en Tabasco es común.
Después de que Hannah explicó que no hablo alemán y que ella me traduciría, el doctor se dirigió a mí y me preguntó de dónde era, le dije que de México y me pidió que le mostrara de dónde exactamente. Trajo un librillo con mapas y le dije "Vengo de la Ciudad de México (dedo en el punto correspondiente) pero nací en Tabasco (dedo desplazado al nuevo punto correspondiente)" y agregué: "pero dejé Tabasco hace 12 años".
Total que me dijo que nel, que la gente nacida o que haya crecido en esa zona, ha sido expuesta a la malaria y no puede donar sangre... Pregunté por cuánto tiempo y él se limitó a contestar "never", yo seguía con mi cara de incrédula y con ojo Remi por tal rechazo y me dijo "a lo mejor en México"; cosa que me pareció de lo más descortés! Dicen que hay que saber leer entre líneas, y lo que yo entendí fue: "como vienes de una jungla incivilizada sin agua corriente y electricidad donde abundan las enfermedades exóticas, no podemos aceptar tu sangre; pero quizá en tu país de tercer mundo no les importe el riesgo y la acepten".
Y yo que ya me estaba imaginando al alemán que después de un accidente recibiría mi sangre... un güero, alto, cara de enojado pero cante y cante "Quem pompó, quem pompó, quem pompó zapatito quem pompó"...
A diferencia de Mel, a mí no me dieron playerita ni artículos varios... sniff, sniff!
Siempre he querido donar sangre, pues no le temo a las agujas, no me molesta ver como se llena la jeringa con mi líquido vital y pienso que es una forma de ayudar sin siquiera hacer un gran esfuerzo; así que cuando ví que hoy era el día de donar sangre en la Hochschule, pues ni tarda ni perezosa ya me estaba yo enlistando.
Moría de hambre porque ya era la hora de comer, pero yo aguanté bien machina el gruñidero de tripas. Al llenar el formulario no sabía si sentirme feliz por pertenecer al grupo de no riesgo o sentirme triste por responder que NO a cierta clase de preguntas... anyway...
Una vez con los papeles llenos, pasamos a la siguiente estación: donde un doctor explica nuevamente el proceso, toma la presión y más datos, y a quien le haría las preguntas en las que tenía duda:
1. El asunto de mi piercing que nunca cicatrizó (bueno, hasta septiembre que decidí dejarlo por la paz y quitármelo).
2. El asunto de la malaria, pues no estaba segura de si en Tabasco es común.
Después de que Hannah explicó que no hablo alemán y que ella me traduciría, el doctor se dirigió a mí y me preguntó de dónde era, le dije que de México y me pidió que le mostrara de dónde exactamente. Trajo un librillo con mapas y le dije "Vengo de la Ciudad de México (dedo en el punto correspondiente) pero nací en Tabasco (dedo desplazado al nuevo punto correspondiente)" y agregué: "pero dejé Tabasco hace 12 años".
Total que me dijo que nel, que la gente nacida o que haya crecido en esa zona, ha sido expuesta a la malaria y no puede donar sangre... Pregunté por cuánto tiempo y él se limitó a contestar "never", yo seguía con mi cara de incrédula y con ojo Remi por tal rechazo y me dijo "a lo mejor en México"; cosa que me pareció de lo más descortés! Dicen que hay que saber leer entre líneas, y lo que yo entendí fue: "como vienes de una jungla incivilizada sin agua corriente y electricidad donde abundan las enfermedades exóticas, no podemos aceptar tu sangre; pero quizá en tu país de tercer mundo no les importe el riesgo y la acepten".
Y yo que ya me estaba imaginando al alemán que después de un accidente recibiría mi sangre... un güero, alto, cara de enojado pero cante y cante "Quem pompó, quem pompó, quem pompó zapatito quem pompó"...
A diferencia de Mel, a mí no me dieron playerita ni artículos varios... sniff, sniff!
2 comentarios:
Lo que no te explicaron es que es muy dificl mantener nuestra sangre. Somos de sangre caliente lo que implica grandes gastos de electricidad en aire acondicionado y calentadores especiales.
En cambio la sangre alemana se mantiene "al tiempo", como es fría, sin chiste y simple no requiere tantos recursos.
¡Como me malvibran esos gestos de mamonería!
bubububu, bienvenida al club de la malaria...
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