Bueno, aún amo mi trabajo. Ver a los chavitos jugando fut y básquet en el torneo de deportes, recibir los agradecimientos de los Directores y Maestros cuando asisten al congreso anual, leer los comentarios en la página de facebook, etc. es lo que alimenta mi espíritu y me permite seguir adelante. La parte triste viene cuando los altos mandos olvidan el objetivo filantrópico de nuestra labor, cuando su prioridad es demostrar quién tiene el poder y lo hacen a costa de la motivación del equipo. Cuando traen los conflictos del negocio a nuestro terreno “imparcial”. Eso es lo triste, es lo que hace que levantarme de lunes a viernes me resulte pesado.
Y es una pena, porque es un trabajo que antes no era “trabajo”. Si me preguntaban hace un año, yo decía que estaba en el paraíso y que no cambiaba eso por nada. Hoy? Hoy no puedo esperar por conocer el nuevo reto laboral que me está preparando la vida, ya sea en esta área o en cualquier otra en la que pueda aprender y seguir creciendo.
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